Los desplazamientos de la población son tan antiguos como la historia misma del ser humano.
Hoy en día, los desplazamientos de la población, en un mundo globalizado se han visto favorecidos, convirtiéndose en uno de los fenómenos más importantes en las sociedades actuales. La inmigración presenta aspectos positivos y negativos.
En cuanto a los positivos, dadas las características de las sociedades de los países desarrollados hoy en día, hemos de reconocer su contribución al aumento de la tasa de natalidad y sistema de seguridad social, haciendo posible algo que percibimos tan básico como el sistema de pensiones. Además, tras un largo proceso de integración de la diversidad la cultura del país receptor tiende a enriquecerse.
En cuanto a los aspectos negativos, la inmigración supone grandes retos para las sociedades acogedoras, como son el tener que dar cabida a un aumento de la población en materias tan importantes como vivienda o la absorción de nueva mano de obra por la economía, en muchos casos no suficientemente fuerte. También, se observan choques culturales que pueden dificultar el entendimiento entre culturas, creando conflicto o exclusión social.
La inmigración, cierto es, presenta numerosos y diversos retos, pero de ellos el país receptor no puede más que salir fortalecido, al tener que enfrentarse a las debilidades de su sistema y construir soluciones que se desea que duren en el largo plazo y que sean aceptadas por todos, aumentando así el consenso.
Si bien es innegable la actual crisis que los modelos de integración europeos están viviendo, hay que tomar esta como una nueva oportunidad para mejorar el total de nuestras sociedades. Al contrario de lo que se tiende a pensar, sí existen modelos de integración que parecen funcionar y a los que España y el resto de países de la Unión Europea pueden valorar como ejemplo, no para imitar, sino para mejorar el modelo ya existente en aquello que se pueda adecuar.