Las leyes del estado que estrictamente castigan compañias que contratan personas indocumentadas implican una reduccion de la energia economica en esas regiones.
Las leyes de los Estados que se han auto adjudicado poderes exclusivos del gobierno federal en aplicar las leyes de inmigración han causado daños colaterales extremos en esos Estados porque los inmigrantes, al sentirse intimidados, abandonan esas regiones llevándose sus habilidades a otras regiones. Esta situación reduce el crecimiento y la energía económica de esas regiones. Las granjas que no pueden encontrar trabajadores inmigrantes para juntar la cosecha no pueden sobrevivir. Como resultado, muchos ciudadanos y muchos inmigrantes ilegales pierden sus trabajos. Esa manera estricta y despareja de aplicar las leyes estatales no parece dar una solución al problema de los inmigrantes indocumentados.
Las familias se destruyen cuando el proveedor de las mismas es deportado. Los niños ciudadanos americanos son obligados a buscar asistencia pública. El resultado de esa política ha drenado enormemente la economía de esos Estados, mas allá de la falta de humanidad de agobiar y humillar a esos millones de inmigrantes que han entrado y permanecido por años en este país, forjando lazos familiares, convirtiéndose en parte de sus comunidades, trabajando pacíficamente y reconstruyendo sus vidas aquí. El Congreso, al no haber sancionado una reforma de inmigración comprensiva, ha demostrado ser no solo inhumano sino también ser tonto.